lunes, 26 de junio de 2017

LOS 489 AÑOS DE CABO BLANCO.

escrito por :Edwin Calle Godos

Francisco Pizarro, conquistador del Perú, tuvo tres importantes expediciones que marcaron nuestra historia, la primera de 1525, la segunda de 1527 y la última de 1532 que terminara en la fundación de San Miguel de Tangarará. En su segundo viaje en busca de nuevos territorios para la corona, la “Armada del Levante” como se les llamó a sus expediciones, partió de Panamá hacia el sur en busca de las tierras del cacique de Chochama y de Birú. Después de los acontecimientos en Tumbes donde se encontraron unos balseros que venían de luchar con los de la isla Puná, según la ya conocida crónica anónima, la expedición siempre se mantuvo muy cerca al litoral peruano. Es así cuando Pizarro extrañado por creer estar viendo nieve cubriendo los cerros, quiso averiguarlo y decide enviar una comitiva constatando que no era nieve lo que cubrían los cerros sino guano de aves marinas existentes con abundancia en la zona, episodio que es consignado por el cosmógrafo de la corona Diego de Ribero en lo que sería el primer mapa o “Carta Universal” de 1527 y 1529 con los nombres de todos los cabos, bahías y puertos recorridos por Pizarro, denominando a lo que hoy conocemos como Cabo Blanco con el nombre de C. de Nieve o Cabo de Nieve. Luego de este importante acontecimiento, Pizarro siguió su ruta llegando a navegar por las aguas de Paita y Sechura, no pudiendo expedicionar la costa del Callao como era su intención pues la tripulación casi se subleva, obligándolo a retornar a Panamá. Después de los episodios en Paita con la Capullana y la devolución de su espada, Pizarro no logró desembarcar en todos estos lugares, pues no les tenía confianza a los lugareños cuando llego su nave a CABO BLANCO, Pizarro descendió tomar posesión de toda la tierra descubierta en nombre del emperador. Bajo en una canoa pequeña , por la que zozobro , corriendo gran peligro su vida y llegando finalmente a la costa , dijo en presencia de los que iban con el : “SEDME TESTIGOS COMO TOMO POSESIÓN EN ESTA TIERRA CON TODO LO DEMÁS QUE SE A DESCUBIERTO POR NOSOTROS , POR EL EMPERADOR NUESTRO SEÑOR Y POR LA CORONA REAL DE CASTILLA” y dicho esto dio algunos golpes poniendo su señal como se solía hacer. Corría el mes de mayo de 1528. Este importante acontecimiento pertenece a lo que los historiadores denominan LA TOMA DE POSESIÓN y es una crónica perteneciente a CIEZA DE LEÓN. Todos los textos consultados apuntan a la autenticidad de la crónica, pues es mencionada por los más serios Historiadores como José Antonio del Busto, Raúl Porras Barrenechea, Juan José Vega Reynaldo Moya Espinoza y William Prescott. Entonces CABO BLANCO se introduce en la historia del Perú con este acontecimiento, fundamentando un sólido argumento para cuestionar su centenario provisto de vacíos e insuficiente investigación. Pues las ciudades con historia demostrable y sustentable, no solo se convierten en lugares admirables por su pasado sino que aportan a la formación de nuestra población en busca de su identidad, generando cultura y aspirando con que sea verazmente contada. Cuestiono la fundamentación de la creación política de la caleta de Cabo Blanco, dándole sólo argumentación poblacional desde 1915 pues Cabo Blanco es mencionada en la crónica del segundo viaje de Pizarro y por una segunda crónica como punto de navegación en el capítulo IV - pp 32 en el libro LA CRÓNICA DEL PERU de Pedro Cieza de León edición de 1553, especificando los grados de navegación para la época desde el río Tumbes hasta Paita dándole a la zona una ubicación geográfica, corroborada en el mapa de Diego de Ribero de 1529 como C DE NUEVE. Considero que se debería tomar en cuenta esta crónica no para corregir lo que ya por involuntario desconocimiento nuestras autoridades decidieron ponerle fecha de nacimiento a la caleta sino para que no se siga cayendo en la desinformación e ignorancia de las futuras actividades conmemorativas, pues este aporte de la crónica de Cieza, no estuvo considerado en las bases de selección de su naciente escudo y bandera, perdiéndonos la oportunidad de consignar esta parte de nuestra historia. Soy de los que siempre consideré este tema, como fundamental en la historia de CABO BLANCO, pues no es un acto de pura pasión sino de justicia, que la niñez de la caleta de CABO BLANCO se eduque conociendo y defendiendo su pasado. Comparto con ustedes lo que más de 10 años me llevo a conseguir y sustentar mi teoría del DESEMBARCO DE PIZARRO EN CABO BLANCO sustentada sobre argumentos sólidos y verificables. Sueño con que todo lo contado aquí se escuche en todo el Perú y el Mundo.

FUENTES: 1-Breve historia de Piura La Conquista – Reynaldo Moya Espinoza. 2-Piura en la conquista – Juan P Paz Velásquez. 3-La crónica del Perú – Pedro Cieza de León. 4-Pizarro – José Antonio del Busto. 5-Municipalidad de EL ALTO. 6- foto ADOLFO VENEGAS JARA.

domingo, 22 de mayo de 2011

CABO BLANCO, EL CABO DE NIEVE



Por:EDWIN CALLE GODOS

VIAJES DE PIZARRO

El conquistador Francisco Pizarro realizó tres viajes, de los cuales dos de ellos fueron de exploración y el último de posesión de las tierras del sur. El primero se desarrolló entre los años 1524 – 1525 y partió de Panamá hasta llegar a explorar los manglares colombianos. El segundo viaje entre 1526 y 1528 fue un viaje más prolongado, pues Pizarro navegó por el litoral Piurano y llegó al santa y su proyecto era navegar hasta chincha, pero se frustró, sus hombres se le amotinaron y así el 3 de mayo de 1528 la expedición de Pizarro dio vuelta al norte. Éste viaje es sin duda unos de los mas enriquecedores y materia de nuestra investigación ya que el tercer y último viaje en 1530 es de conquista y es historia conocida.

DIEGO DE RIBERO Y EL PRIMER MAPA

En el siglo XIII se desarrollaron muchas etnias y pueblos entre ellos los Tumpis (TUMBES) Y los Tallanes (PIURA) quienes compartieron los encantos y riquezas de esta parte del pacífico y también las dominaciones del Imperio Chimú y por los Incas posteriormente. En 1526 los españoles llegan a tumbes y posteriormente en 1532 fundan la primera ciudad española San Miguel de Tangarará.
En las cartografías sobre las tierras conquistadas por los españoles destaca Diego de Ribero de nación portugués que el 10 de Junio de 1523 fue nombrado cosmógrafo de su majestad. En su Carta Universal o mapa de 1529 menciona a la zona de CABO BLANCO como C.DE NIEVE en este mapa se consignan las tierras conquistadas por los españoles hasta 1528, antes de la capitulación de Toledo que dará inicio a la conquista propiamente dicha con autorización de la corona.

LA TOMA DE POSESION,PIZARRO EN CABO BLANCO

Juan José Vega en su libro “Pizarro en Piura” hace mención que después que se amotinaron emprendieron su regreso por el litoral peruano volviendo a pasar por los lugares antes descubiertos, con destino hacia Tumbes, Pizarro como buen vasallo de su monarca, quiso cumplir con la incorporación de esas tierras del Tallan a la corona de España y así llegando a CABO BLANCO, lo decidió, aunque casi le costó la vida el lograrlo por lo movido que es el mar en esta zona. ”Como se vido en la costa, dijo en presencia de los que lo iban con él; sedme testigos como tomo posesión en esta tierra con todo lo demás que se ha descubierto por nosotros, por el emperador nuestro señor (y) por la corona real de castilla. Como esto dijo dio algunos golpes poniendo su señal como se suele hacer” corría el mes de mayo de 1527. (1)

PERO ¿POR QUE CABO DE NIEVE?

Pizarro cuando navegaba lo hacía bordeando el litoral peruano y siempre preguntando a los nativos, que pueblos vendrían conforme avanzaban en su expedición le advirtieron que tuviera cuidado al llegar a una zona donde mueve mucho el mar, es una zona donde parece que hay nieve en sus cerros, es así como estando el conquistador por esa zona, extrañado por creer estar viendo nieve cubriendo los cerros , hizo desembarcar una comitiva y constató que lo que veían blanquear el cerro eran deyecciones de aves marinas y no nieve. Cabe destacar que esta parte del litoral costeño se convertiría en la mejor zona de pesca del mundo y por consiguiente es fácil deducir la cantidad de aves que abrían en sus cerros.


EL CABO DE LA HISTORIA

Podríamos decir que el primer nombre de CABO BLANCO es CABO DE NIEVE por la cartografía de Diego de Ribero que data de 1529, podríamos decir que en CABO BLANCO Pizarro decidió conquistar el IMPERIO DE LOS INCAS, podríamos decir que esta mundialmente caleta de pescadores es mencionada en las crónicas de los conquistadores desde 1528 y está en la historia de la conquista. Podríamos decir que CABO BLANCO no es solo una de las mejores olas de Sudamérica, que no es solo el punto elegido por un novel para sus aventuras de pesca, podríamos decir que CABO BLANCO no es solo sus 7 record mundiales de pesca, pues Cabo Blanco posee historia y un encanto enternecedor , no hay mejor lugar del mundo ni mas relajador que éste lugar , pensar que en aquellos años de la conquista , esta playa blanqueando los cerros con su abundante fauna marina y la soledad de su playa , sería el mejor lugar para que se planificara la conquista de todo un imperio.
Son ya 482 años desde que en 1529 aparece como “C.de NIEVE” en la primera cartografía de Ribero; pero ¿en qué momento se le cambió su nombre a CABO BLANCO?, ¿por qué en el mapa de Diego Gutiérrez 1562 ya aparece con su nombre actual? Son aún algunas de las dudas que tenemos sobre ésta encantadora caleta de pescadores peruanos.

(1)Libro:Pizarro en Piura Autor: Juan José Vega - pp32.

FUENTES:
1-Breve historia de Piura La Conquista – Reynaldo Moya Espinoza.
2-Piura en la conquista – Juan P Paz Velásquez.
3-La crónica del Perú – Pedro Cieza de León.
4-Pizarro – José Antonio del Busto.
5-Municipalidad de EL ALTO.

jueves, 2 de diciembre de 2010

HEMINGWAY EN EL PERU (Parte I)



Hace 50 años, el escritor norteamericano Ernest Hemingway, viajó al Perú. Estuvo 32 días pescando en una caleta del norte peruano casi en secreto, filmando unas escenas para la película sobre su libro “El viejo y el mar”. Una minuciosa investigación periodística logró reconstruir aquel pedazo de la historia poco conocida del fabuloso “Papá Hem” y que no está registrada en sus biografías. Esta es una crónica que fue publicada en la revista "Gatopardo" de Colombia.

Por: Omar Zevallos Velarde

“Quiero que todo esté en orden, Pablo. Hoy tendremos mucho movimiento”, dijo en un castellano masticado el polaco Sigmund Prater, administrador del exclusivo Fishing Club de Cabo Blanco, al fiel barman Pablo Córdova Ramírez.
“Quién vendrá ahora”, pensó, mientras limpiaba la barra del bar a una hora poco usual, aunque no le extrañó de manera especial, pues estaba acostumbrado a ver el hotel lleno de gringos extravagantes que bebían a cualquier hora y que sólo hablaban inglés, un idioma del que apenas entendía algunas palabras.
Unos días antes había llegado al Fishing Club, un grupo de norteamericanos cargados de enormes cajas y maletas de gran tamaño, y se esperaba el arribo de alguien “famoso”; y aunque para él aquella palabra era una más en su vocabulario diario, no imaginó que cobraría su real dimensión esa misma mañana del 16 de abril de 1956.
32 kilómetros al sur, un punto en el horizonte seguido de un persistente ruido apenas audible por los vientos matutinos alborotó al grupo de periodistas que esperaba desde las 6 de la mañana en el campo de aterrizaje de la Internacional Petroleum Company en Talara, un campamento petrolero situado a mil kilómetros al norte de Lima.
Eran las 8 de la mañana cuando el avión Douglas DC-6b de la compañía aérea Panagra procedente de Miami, aterrizó en el viejo aeropuerto. El ruido de los cuatro motores del avión apenas permitía la conversación entre los reporteros que habían viajado especialmente desde la capital para estar allí.
La tensión iba en aumento y los minutos en que demoraba en estacionarse aquel enorme avión de pasajeros, hacían interminable la espera; hasta que finalmente se detuvo y momentos más tarde se abrió la puerta y una bella aeromoza de cabello rubio asomó su cuerpo hacia la escalinata. Detrás de ella apareció la enorme figura del famoso escritor norteamericano Ernest Hemingway. Vestía un traje gris y tenía puesto un gorro blanco. Descendió lentamente la escalinata, seguido de su esposa, Mary Welsh y apenas divisó a los reporteros levantó la mano y dijo en perfecto castellano: “Hola, colegas”.

Días atrás un cable de la agencia United Press, llegó a los teletipos de los tres más importantes diarios de Lima, El Comercio, La Prensa y La Crónica, la noticia que el afamado escritor llegaría al Perú para “dirigir el rodaje de la película El viejo y el mar”. En efecto, Hemingway había escuchado de boca de un experto pescador, Kip Farrington, que existía un paraíso de la pesca de altura donde reinaba el fabuloso merlín negro (el velero negro de los mares, idéntico al que describió en su laureada novela) en una escondida caleta de un país sudamericano llamado Perú. Hemingway sólo había visitado México en alguno de sus múltiples viajes alrededor del mundo, pero nunca un país sudamericano.
Los directores de los diarios limeños dispusieron de inmediato que sus principales redactores viajen al norte del país a esperar al afamado escritor, pues para entonces, Hemingway había ganado ya el premio Pulitzer por la novela “El viejo y el mar”, publicada en la vieja revista Life el 1ro. de septiembre de 1952, y dos años más tarde el Premio Nobel de Literatura; por lo que se trataba de un gran acontecimiento noticioso que tamaña figura de la literatura pise suelo peruano.
Así, tres reporteros hicieron maletas y enrumbaron al norte del país, se trataba de Manuel Jesús Orbegozo (La Crónica), Jorge Donayre Belaunde (La Prensa) y Mario Saavedra-Pinón Castillo (El Comercio), cuyos destinos quedarían marcados para siempre, tocados por la estrella de Ernest Hemingway.

Los tres recuerdan como si fuera ayer que el escritor irradiaba un enorme carisma y contrariamente a lo que imaginaron, era dueño de una enorme sencillez que rompió desde el primer momento esa aura de la que están envueltos los famosos. “Un hombre corpulento, no tan alto como aparece en las fotografías, de rostro muy rosado, casi rojo, de barba crecida y de pelo largo y cano y que tenía la cabeza cubierta con un gorrito (jockey), descendió del avión…”, escribió Jorge Donayre en su crónica para La Prensa.
Con él, llegó su esposa Mary Welsh, siempre con una amplia sonrisa en sus labios; además de sus inseparables amigos cubanos, Gregorio Fuentes, capitán de su yate “El Pilar” y Eliseo Argüelles, ambos compañeros de aventuras de pesca, que vinieron en busca del merlín negro. En aquel vuelo, también arribaron algunos de los productores de la película y el presidente del Fishing Club de Cabo Blanco, el millonario peruano Enrique Pardo Heeren, dueño de un banco y de enormes plantaciones de caña de azúcar en el norte del país, hombre muy vinculado al jet set y al mundo de las finanzas; curiosamente el único peruano que integraba el reducido y exclusivo grupo de socios multimillonarios que formaban parte del Fishing Club

Segunda parte




Hemingway estrechó la mano de cada uno de los periodistas y agradeció que hayan venido hasta Talara para esperarlo, expresión que los sorprendió sobremanera, más aun cuando el celoso Prater, se empeñaba en evitar mayor contacto de la prensa con él y les había advertido que el escritor “llegaría cansado y no los recibiría”. Allí mismo se improvisó una rueda de prensa y Hemingway hizo notar que la cojera que mostró al bajar del avión era producto del impacto de una esquirla de obús recibida durante la guerra y cuya secuela le dejó esa cadencia similar a la de un enorme gorila cuando caminaba. “En realidad –dijo luego de una breve carcajada- no me preocupa mucho la impresión que da mi cojera, ni la forma en que me visto. Prefiero no verme en un espejo”, remarcó divertido.
Les contó que venía al Perú por tres o cuatro semanas, no sólo para ver de cerca la filmación de la película basada en su novela “El viejo y el mar”, que había iniciado ya en Cuba el director John Sturges; sino fundamentalmente para capturar un ejemplar de merlín negro de las dimensiones que se requerían para el film.
Parado a unos pasos de la escalinata del avión, Hemingway respondió a todas las preguntas que los periodistas le hicieron, sin rehusar a ninguna de ellas y cuando lo invitaron al salón del aeropuerto para charlar, éste les respondió: “Prefiero quedarme aquí, porque detesto estar sentado; además no estoy cansado. Yo no me canso nunca. Qué me voy a cansar en ese pajarraco”, señalando al avión y soltando una sonora carcajada. Hemingway estaba de buen ánimo y a pesar de la buena disposición que tuvo para conversar con sus colegas, había cierto rasgo de impaciencia, pues la adrenalina empezaba a circular por su sangre y quizá sólo quería terminar para subirse a una embarcación y sentir la brisa marina en su rostro.

Las preguntas iban y venían, Hemingway las respondía todas, algunas con frases cortas y otras que terminaron en profundas reflexiones.
-¿En cuánto tiempo escribió “El viejo y el mar”?La escribí en 80 días, pero la pensé 13 años. Lo que quiere decir que primero hay que vivir y luego escribir sobre una verdad profunda, y eso tiene más valor que la misma literatura.
-¿Cuál es su próxima aventura?
No se, las aventuras viene a buscarme.
-¿Es usted republicano o demócrata?
Ni lo uno ni lo otro. Mis antepasados sí fueron políticos. Mi abuelo era muy jodido. Fue un republicano que nunca se sentó a la mesa con un demócrata.
-¿Es verdad que le gusta la bebida?
Los periodistas tenemos que aguantar tanto que sólo nos calma la bebida.
-¿Y no le hace daño?
Nunca me ha hecho daño.
-¿Cómo se explica que siempre haya salido vivo de los accidentes?
He tenido suerte.
-¿Suerte o es que usted no le tiene miedo a la muerte?
¿La muerte? –se repreguntó Hemingway- La muerte es una puta más con la que no quiero acostarme.

En ese momento el avión de Panagra encendió sus hélices y la ráfaga de viento casi vuela el gorro del escritor; este logró cogerlo y dijo sonriente: “Cómo jode este avión”. Allí terminó la conferencia de prensa, pues el séquito que lo rodeaba le dijo que la camioneta que lo llevaría a Cabo Blanco estaba lista. Hemingway se despidió de cada uno de los periodistas, se encaminó lentamente hacia el vehículo y se trepó en él con cierta dificultad.
Mary Welsh esperó a que subiera su marido y antes de entrar, volteó hacia los periodistas y les dijo, también en buen castellano, “Ernest es un buen muchacho”.
Los automóviles se perdieron en la carretera rumbo a la caleta, para recorrer los 32 kilómetros que la separaban de aquel aeropuerto construido por la marina de los Estados Unidos en lo que fuera una base militar norteamericana denominada “El Pato”.
Apenas llegó la delegación a las instalaciones del Fishing Club de Cabo Blanco, Hemingway se acomodó en la habitación Nro. 5, dejó el traje y se puso un short que dejaba al descubierto sus poderosas pantorrillas, una camisa larga de manga corta, atada con un cinturón, su infaltable gorro blanco y unas enormes zapatillas de lona negra. Estaba ataviado para enfrentar las aguas del mar peruano en busca de su presa.
Comió algo ligero y casi de inmediato dispuso todo para salir de pesca. Cogió su caña de bambú prensado y junto a Kip Farrington, abordó la embarcación bautizada como “Miss Texas”. Lo primero que hizo fue palmear cariñosamente al capitán del yate, Jesús Ruiz y a toda la tripulación; luego se sacó las zapatillas y empezó a untarse una pomada en el rostro para proteger su piel; pues como revelaría su médico y amigo José Luis Herrera Sotolongo, Hemingway padecía de cloasma melánico, una especie de “cáncer benigno” que le producía una descamación en la frente y en la zona de las cejas, además de un enrojecimiento exagerado de la piel por la constante exposición al sol.
Aquel día al morir la tarde, regresó bastante satisfecho, pues elogió las aguas de Cabo Blanco y con esa sonrisa de niño característica en él, mostró dos enormes corvinas plateadas que había capturado durante su primera incursión.

Esa noche, luego de la cena, se sentó en la barra del bar y pidió un vaso de whisky y uno de agua, y le preguntó al barman cómo se llamaba. Pablo Córdova se convertiría a partir de aquella noche en su confidente de pesca, pues pasaría largas horas charlando de cosas triviales mientras bebía innumerables vasos de escocés.

Los periodistas, insatisfechos aún con la cordial rueda de prensa ofrecida por el escritor aquella mañana e impedidos de entrar en el hotel del Club, se reunieron en un bar cercano para hacer un “pacto de caballeros” mediante el cual se comprometían a que ninguno hiciera nada a escondidas de los demás. Esa misma noche, el famoso pacto se rompería inevitablemente, pues Hemingway era una presa demasiado apetitosa para un periodista.
Mientras Donayre y Orbegozo se fueron a calmar sus calores al pueblo de El Alto, Mario Saavedra se acercó al hotel y gracias a sus dotes de relacionista público, logró entrar al bar donde se encontraba Hemingway. “Yo era un muchacho de 25 años y él era una leyenda viva, era el personaje que siempre quise entrevistar y me lo encontré en mi camino”, confesaría 50 años después cuando recordó aquella inolvidable noche.

Hablaron de Antonio Ordóñez Araujo, el legendario torero español íntimo amigo del escritor, pues Saavedra era a la sazón cronista taurino y conocía muy bien a los matadores que por aquella época llegaban a la plaza de Acho en Lima. También le explicó sobre el “blended”, esa extraña manera de beber el whisky, pues lo tomaba puro e inmediatamente bebía un gran trago de agua, porque le gustaba que la mezcla se produzca en el estómago.
Pero la confesión que le hiciera aquella vez cuando hablaron sobre la película que estaban filmando y que lo trajo al Perú, fue que no estaba conforme con la actuación de Spencer Tracy encarnando al viejo Santiago de la novela, pues lo veía regordete y con poca agilidad. “Yo hubiera preferido a Errol Flynn”, le dijo Hemingway. Por esa u otras razones, el film de Sturges resultó un fracaso de taquilla.

A la mañana siguiente, el reportero de La Crónica, Manuel Jesús Orbegozo, esperaba a sus colegas en el comedor del pequeño hotel para planificar el día; sin embargo, ninguno daba señales de vida. Extrañado se acercó al muelle de pescadores y allí se enteró que cada uno había alquilado una lancha y se hicieron a la mar en busca del “Miss Texas” donde estaba Hemingway.
Desesperado por la trampa, Orbegozo corrió hacia el otro extremo del muelle y divisó el “Pescadores II”, el yate donde se embarcaba Mary Welsh, así que sin pensarlo dos veces, cogió un cooler donde se encontraba la comida que subirían al yate y haciéndose pasar como parte de la tripulación, abordó la embarcación. Sigilosamente se metió en el baño y se encerró allí a la espera que zarparan.
Media hora después, salió de allí y su presencia causó alarma entre los acompañantes de la mujer; pero tras las explicaciones del caso y el apoyo de los pescadores, Mary Welsh aceptó que se quedara. Fue así que logró navegar junto a la esposa de Hemingway y ser testigo de excepción de aquel día de pesca y de conversación amena con la última mujer del escritor.

Las embarcaciones navegaban casi paralelamente y por momentos se acercaban tanto, que Hemingway y su mujer podían intercambiar algunas frases en inglés. El resto del tiempo era un tributo a la contemplación. Ella disfrutaba viendo a su marido tirar de la caña, dar órdenes al capitán para enrumbar la embarcación hacia las corrientes marinas en busca de los cardúmenes de anchoveta que los lleve hacia su ansiada presa. Pero el santo estuvo de espaldas al escritor, aquella jornada de pesca fue infructuosa; salvo algunas jibias intrusas que engancharon en los anzuelos, no hubo rastros del merlín.
Pero Orbegozo, sí consiguió una presa, conversar de algunas intimidades con Mary Welsh, allí supo cuánto amaba aquella mujer a Hemingway. “Me casé con el hombre al que amo y no con el novelista al que admiro”, le confesó.
Lo que sigue es un revelador diálogo que el periodista tuvo con ella:
“Nos conocimos en Londres, cuando él y yo éramos corresponsales de guerra. Solíamos conversar mucho de la vida enfundados en unos pesadísimos capotes militares, mientras la neblina se empecinaba en tumbar al Big-Ben. Nos enamoramos a primera vista. En 1945 nos separamos para reunirnos luego en Cuba”.
-¿El es humano por naturaleza?
No podría decírselo yo. Cuando recibió el Premio Nobel manifestó que estaba muy contento, pero que él se lo habría dado a Carl Sandburg. Al recibir los 35 mil dólares, “Papá” entregó al chofer y a todos los que nos acompañaban en la casa, 10 sueldos de gratificación. Lo cual no quiere decir que sea muy humano, pero en fin…
-¿A usted qué le dio?
A mi me ofreció una escopeta que esperábamos comprarla en París. También me dio un cheque de dos mil dólares.
-¿Y les queda mucho de aquel Premio Nobel?
Mary sonrió y dijo: “Yo no tengo nada, sólo lo tengo a él”.
Al caer la tarde, las embarcaciones retornaron a Cabo Blanco con las bodegas vacías. Esta vez los merlines huyeron de las cañas de Hemingway.

Tercera parte



Los días en Cabo Blanco se hicieron rutinarios. Ernest Hemingway se levantaba al amanecer con un desayuno que consistía en dos huevos duros, tostadas con mantequilla y mucho café. Hacia las 8 de la mañana ya estaban embarcándose. Junto a los aparejos de pesca siempre había una botella de whisky o gin. La jornada era invariablemente de diez horas en alta mar, y al caer la tarde, ya todos estaban en el hotel, para iniciar las noches de tertulia y conversación. Abundantes ensaladas en la mesa y una exquisitez culinaria que encandiló a Mary Welsh; el famoso lomo saltado, típico plato peruano hecho de lomo fino de res, cortado en trozos y salteado a la sartén con cebolla y tomate, y servido con arroz blanco. Tanto le gustó, que la mujer de Hemingway pidió la receta que anotó cuidadosamente en su diario.
Aquellas noches de bohemia terminaban invariablemente a las 10 de la noche, cuando ya varias botellas de escocés estaban vacías; entonces el escritor se levantaba del taburete junto a la barra de Pablo Córdova, el querido barman, y se iba a sus habitaciones a descansar.

Cabo Blanco era conocido mundialmente por los famosos pescadores de altura; allí confluían la fabulosa Corriente de Humboldt y las aguas tropicales de la línea del Ecuador, generando un ecosistema marino ideal para la reproducción de los grandes peces de altura, entre los que estaban los merlines, los peces espada, atunes y dorados.
Allí estaba este exclusivo Fishing Club fundado en 1951 por Kip Farrington y Tom Bates, y conformado únicamente por 20 socios que pagaban una membresía de 10 mil dólares anuales. Mantenían una rigurosa lista de miembros para evitar que ingrese gente que ellos no conocían. Se cuenta que muchos millonarios intentaron pertenecer al famoso Club y que incluso hubo un pescador que quiso pagar hasta 50 mil dólares para pertenecer al Club y no lo dejaron.
Por allí pasaron como invitados, grandes estrellas de cine, como John Wayne, Marilyn Monroe, James Stewart, Gregory Peck, Cantinflas o el torero Luis Miguel Dominguín, que llegaban de incógnito a Cabo Blanco a pasar semanas lejos de los flashs de la prensa y de la agitada vida en Hollywood.
Allí se estableció el record mundial de pesca de altura, cuando Alfred Glassell Jr. logró capturar un merlín negro de 710 kilos y de 4 metros y medio de largo; el mismo que hasta hoy no ha sido batido.

Así pasaron los días en Cabo Blanco, y los hombres de prensa tuvieron que partir hacia Lima; pero antes decidieron hacerle llegar un obsequio, así que compraron una botella de pisco, un delicioso destilado de uva típico del Perú, en cuya etiqueta le escribieron un extracto de un poema dedicado al famoso pisco, junto a breve dedicatoria que decía: “Mientras lloren las uvas, yo beberé sus lágrimas”, y un poco más abajo, Jorge Donayre dibujó un enorme merlín negro y firmaron los tres periodistas. Hemingway recibió el presente, esbozó una sonrisa y les dijo: “Yo beberé estas lágrimas y después guardaré la botella”. Se tomó las últimas fotos que se tienen registro en Cabo Blanco y se despidió de sus colegas.

Fueron 32 días los que permaneció Ernest Hemingway en el Perú, entre largas y exitosas jornadas de pesca, en que logró capturar alrededor de una docena de enormes merlines negros a los que hacía saltar fuera del agua para que el equipo de filmación de la Warner pudiera captar las mejores imágenes para la película.
Allí dejó grandes amigos, como Pablo Córdova que aún vive recordando a “Don Ernesto” en el pequeño bar que hoy tiene en la vieja y olvidada caleta; y también los periodistas, dos de los cuales viven, y que saben que aquella comisión que los llevó al norte del país, los marcó para siempre.
Al volver a los Estados Unidos, Hemingway dijo a la revista “Look”: "Pescamos 32 días, desde la primera hora de la mañana hasta que era difícil fotografiar y el mar se levantaba como si fuera una enorme colina con nieve en la cima. Se podía mirar desde la cresta de la ola hacia la orilla los vientos de arena que esculpían las colinas de la costa”.
Sin embargo, muchos años después de la muerte del escritor, la hija de Marlene Dietrich, María Riva, entregó al JFK Library and Museum de Boston, 30 cartas escritas por Hemingway a Marlene entre 1949 y 1959 que incluyen pequeños relatos y poemas; y obviamente confesiones íntimas a la que fuera amiga y amante del escritor. Una de esas cartas, está fechada el 21 de mayo de 1956, escrita en Cabo Blanco, Perú; es decir 36 días después de su llegada. Entonces tal vez no fueron 32 días los que permaneció el escritor en esa caleta, sino muchos más. Pero esa es otra historia.

sábado, 28 de agosto de 2010

CONTRACORRIENTE EN CABO BLANCO



El viernes 20 de Agosto del 2010, la caleta de Cabo Blanco tuvo el privilegio que la película CONTRACORRIENTE rodada aquí en el año 2008 se proyectara primero para los pobladores de Cabo Blanco antes que en las salas de cine a nivel nacional, cumpliendo así una promesa hecha por su Director Javier Fuentes León.
Ese día, inolvidable para sus habitantes que dejaron sus casas vacías para congregarse frente a una pantalla gigante.
El Cine comprobó que es un lenguaje universal y pescadores, artesanos, cineastas, actores, petroleros, educadores, universitarios, todos los que estuvimos ahí, no olvidaremos la noche del 20 de agosto, en que una película peruana filmada en esta caleta se proyecte primero, en la sala de star de sus calles con el sonido del reventar de sus olas como fondo, mas privilegio que ese no hay en la vida.

lunes, 16 de noviembre de 2009

LA VERDADERA HISTORIA DE LA PESCA EN CABO BLANCO Parte II




Proezas Mitológicas de Cabo Blanco

El ex Cabo Blanco Fishing Club –y por ende la zona–, en un tiempo muy corto acumula en su palmarés pesquero unas extraordinarias marcas, que hasta el día de hoy son consideradas por su calidad como proezas mitológicas. Este legendario Club ostenta en su historial, como ya hemos visto, el primer 1000 libras del mundo, que corresponde a la especie Merlín Negro, el más grande de todos los peces deportivos, después del Tiburón Blanco.

Pocos días duró esta marca, ya que en agosto de 1952 fue elevada a 1060 libras por otro miembro del Club, y en forma sucesiva fue mejorando con registros de 1090 libras en el mismo mes y 1135 libras en el mes de setiembre, (ésta última del notable escritor y excelente pescador S. Kip Farrington Jr.); luego en julio del año siguiente se elevó a 1352 libras, para llegar a agosto de 1953 con la legendaria e histórica marca de 1560 libras conseguida por Alfred C. Glassell Jr., record mundial absoluto para la especie, hasta hoy vigente y que figura en el Libro de Records de Guiness. (Una réplica de este ejemplar se exhibe en el Museo Smithsoniano de Boston).

Cabo Blanco fue el primer lugar de pesca del mundo donde en una sola jornada, un mismo pescador (Alfred Glassell) obtuvo dos merlines negros arriba de las 900 libras. El año 1954, entre la última semana del mes de marzo y la primera semana de abril se capturan en jornadas brillantes 2 merlines negros que dan en la lonja 1540 y 1525 libras, éste último es conseguido por la entonces señorita Kimberly Weiss (hoy señora Hughes) y es el actual récord mundial femenino. Éste fue el famoso merlín del millón de dólares.

Cabo Blanco es también hasta hoy el único lugar del mundo donde se han pescado 3 merlines de más de 1500 libras.

Pero Cabo Blanco no sólo destaca en merlines negros, que fueron 40 los que pasaron las 1000 libras, sino en atunes ojo grande, cuando Seymour Knox III bate el récord del Club con una pieza de 400 libras, y un año después, el Dr. Russell, gran amigo y compañero de pesca del escritor Ernest Hemingway, colocaba la marca en 435 libras, que es hasta el día de hoy marca mundial absoluta para la especie.

Las marcas obtenidas por las damas son también notables, tanto en merlines negros como en atunes ojo grande, las cuales se mantienen aún vigentes en los registros de records de la International Game Fish Association (IGFA). Son estos algunos de los hechos que dieron a Cabo Blanco un halo de generosa zona para la pesca deportiva.

Seguidamente se consignan algunos de los acontecimientos más notables registrados en Cabo Blanco durante la década de los 50, que hasta el día de hoy siguen causando asombro en el mundo de la pesca deportiva, tanto por la calidad de las proezas, como por el hecho de que luego de más de 40 años de abandonada la actividad pesquera deportiva en la zona, –y a la vez incrementada en otros lugares de pesca del mundo–, muchos de estos records permanecen aún vigentes en los registros de la IGFA:

De acuerdo a los registros de la IGFA, entre enero de 1952 y julio de 1959 se pescaron en Cabo Blanco 262 merlines negros por un total de 137 pescadores desde los botes del Club; y se batió 9 veces el record mundial de la especie. Solamente Alfred C. Glassell Jr. pescó 33 merlines negros y, de estos, 4 arriba de las 1000 libras. (Contrariamente a lo que se cree, el famoso escritor Ernest Hemingway sólo pudo pescar 2 de estos ejemplares en Cabo Blanco, ninguno por encima de las 1000 libras).

En ese mismo lapso de tiempo se pescaron también 53 peces espada arriba de las 200 libras: 5 correspondían a Alfred C. Glassell Jr. y 5 a Osborn Owings, un famoso y experimentado capitán americano. Además también en ese período se pescaron en Cabo Blanco 89 atunes ojo grande, todos arriba de las 200 libras.

Asimismo, cientos de merlines rayados pesando más de 300 libras fueron pescados en Cabo Blanco, pero debido a que muchos eran devueltos al mar y a que no eran piezas buscadas por los pescadores, nunca se registraron records de dichas capturas. Sin embargo, desde octubre de 1956 hasta junio de 1957, se pescaron en Cabo Blanco 302 merlines rayados con un promedio de 218 libras, con sólo 3 embarcaciones.
Cientos de peces vela arriba de las 150 libras fueron pescados en Cabo Blanco durante ese mismo período de tiempo, pero tampoco se registraron dichas capturas y los pescadores rara vez se detenían por esas especies.

Tampoco se registraron nunca las capturas del Merlín Azul, aunque sí se registró la captura del más grande de esta especie, con un ejemplar de 685 libras.

Desde agosto de 1953, –fecha en que se pescó el récord mundial de Merlín Negro hasta hoy vigente–, hasta enero de 1959, la IGFA tenía registrados 14 records mundiales vigentes en Cabo Blanco, que incluían las especies Merlín Negro, Pez Gallo y Atún Ojo Grande; (4 de estos correspondían a records femeninos).

En un año y medio, el récord de Merlín Negro fue batido 5 veces en Cabo Blanco antes de que Alfred C. Glassell Jr. impusiera su legendaria marca para la especie el 4 de agosto de 1953, que es hasta hoy el récord mundial absoluto para la especie con 1560 libras.

El récord mundial de Merlín Negro que ostentaba Nueva Zelanda desde 1926 con un registro de 976 libras, fue batido 42 veces en Cabo Blanco, (40 de estas capturas pesaron más de 1000 libras).

En esa época, Alfred C. Glassell Jr. pescó el Pez Espada más grande jamás capturado en Cabo Blanco hasta el día de hoy, con un peso de 687 libras. El mismo Glassell pescó también el Merlín Rayado más grande con un peso de 382 libras.

Varios peces espada y merlines negros de más de 1000 libras, incluyendo un Merlín Negro de 2250 libras, fueron arponeados y llevados a tierra por pescadores artesanales locales de Cabo Blanco durante esa época.

En 1958 se pescó en Cabo Blanco el pez más grande jamás capturado en un campeonato de pesca, un Merlín Negro de 880 libras logrado por Perry Van Vleck. Esta captura fue superada 2 días después por el capitán Osborn Owings, que pescó un Merlín Negro de 1128 libras, siendo el primer 1000 libras del mundo pescado en un campeonato.

En 1959, por primera vez en una competancia de pesca se capturó un Pez Espada en Cabo Blanco. En ese torneo se lograron 7 capturas de esta especie, 2 en el mismo día por 2 miembros del mismo equipo. Los ejemplares capturados pesaron entre 288 y 564 libras.

Uno de los hechos más resaltantes y curiosos en esa misma competencia fue la captura de 2 records mundiales empatados. Elwood Harry (que luego fuera el tercer presidente de la IGFA) y Perry Van Vleck lograron capturas simultáneas de Atún Ojo Grande, con 360 libras para cada ejemplar.

Los 2 peces más grandes jamás capturados en un solo día fueron logrados en Cabo Blanco. Igualmente, otros 7 pescadores lograron pescar 2 merlines negros en un solo día en las fabulosas aguas de Cabo Blanco.

Cabo Blanco es hasta hoy el único lugar del mundo donde se han pescado 3 merlines negros arriba de las 1500 libras.

Es también el único lugar del mundo donde se han pescado 2 peces espada en un solo día por un pescador 2 veces. Cada uno de los 2 pescadores capturaron 1 el mismo día desde la misma embarcación.

En el año 1959, el Perú era el único país en cuya legislación se prohibía la pesca comercial del Merlín y del Pez Vela, en cualquier modalidad.

Todos los pescadores que capturaban Merlín Negro, Merlín Rayado, Pez Espada, Atún, Pez Gallo, Dorado o Robalo en Cabo Blanco, recibían prendedores de plata con la forma de la especie capturada, a manera de un reconocimiento del Club.

Cuando se comparan los resultados de pesca de varios lugares en el mundo, la medida más fiel es en “horas bote”. Si tenemos que 20, 30, 50, 100 ó 400 botes están trabajando una zona determinada de pesca con frecuencia y regularidad, es más que probable que logren pescar algo.

Por ello es que lo más impresionante de estas hazañas deportivas logradas en Cabo Blanco radica en el hecho de que estas han sido logradas con sólo una, dos, tres o, a lo sumo cuatro embarcaciones deportivas pescando cada día, y sin aparejos auxiliares como tangones y sondas para rastrear el inmenso mar; a diferencia de los demás lugares de pesca del mundo, donde cientos de embarcaciones salen diariamente a peinar la zona de pesca, con lo cual lógicamente aumentan sus probabilidades de ubicar a sus presas. Esta es una comparación que los verdaderos pescadores de altura siempre tienen presente.

Estos son los nombres de los personajes que escribieron la historia de pesca en Cabo Blanco, de sus récords aun imbatibles.
Talvez algún aficionado a este deporte, en algún lugar del mundo estará habido de batirlos, para inscribir su nombre en la historia de la humanidad, para arrebatarle a Cabo Blanco sus proezas, pero hasta que ese momento llegue –y espero que nunca se dé esa mala noticia- la historia estará de nuestro lado, llenando de sabiduría a los habitantes de esta caleta de pescadores o inflando el pecho de los que tuvimos la suerte de bañar nuestros recuerdos de niñez en sus aguas.

Alfred Glassell, el hombre que pescó el Merlín Negro más grande del mundo, no solo inscribió su nombre en los récords del libro de Guiness sino que fundó en el año 1979 una escuela de Arte, la Glassell School, en el 2001 fue admitido en el salón de la fama y el 28 de octubre del 2008 falleció a la edad de 95 años.

Por eso Cabo Blanco siempre tiene algo que contarnos, algo que ofrecernos, talvez un grato momento de pesca, de paseo con amigos o la sosegada paz que algunos andan buscando.

lunes, 31 de agosto de 2009

LA VERDADERA HISTORIA DE LA PESCA EN CABO BLANCO 1era parte



La historia de Cabo Blanco está estrechamente ligada al desarrollo de la pesca deportiva en el Pacífico Sur. No ha sido común en ninguna otra zona del planeta, la cantidad de acontecimientos y hechos como los que han ocurrido aquí, en estrecha ligazón con el surgimiento del deporte pesquero a nivel mundial. Por ello, en la década de los cincuenta y comienzos de los sesenta, Cabo Blanco fue reconocida como la mejor zona de pesca deportiva del mundo.
El descubrimiento de Cabo Blanco como centro de pesca deportiva tuvo lugar en el año 1935, cuando Thomas G. Stokes, un ciudadano canadiense que vivía en Lima, habiendo escuchado historias fabulosas de pescadores comerciales acerca de la abundancia y el tamaño de los peces en Cabo Blanco, se las arregló para llegar al sitio en un viejo bote a “echar una mirada”. En ese viaje pescó un Merlín Negro de 601 libras. Al año siguiente regresó y pescó otro de 712 libras.
En aquella época la Grace Line tenía en Talara su base de operaciones, tanto para su línea naviera como para su línea aérea (Panagra), y los pescadores que se aventuraban a viajar al Perú para tentar las fabulosas aguas de Cabo Blanco, eran muy bien recibidos y alojados en Talara por personal de la International Petroleum Company, quienes tenían a su cargo la concesión de sus campos petroleros y cuyas principales cabezas eran mayormente canadienses que se esmeraban por atender a tan peculiares visitantes. Una vez en Cabo Blanco, 26 millas al norte del Aeropuerto de Talara, los pescadores dependían enteramente de la generosa hospitalidad de los residentes petroleros de la inglesa Lobitos Oil Company, quienes los alojaban en sus propias casas.
El Cabo Blanco Fishing Club –y por ende la zona–, en un tiempo muy corto acumula en su palmarés pesquero unas extraordinarias marcas, que hasta el día de hoy son consideradas por su calidad como proezas mitológicas. Este legendario Club ostenta en su historial, como ya hemos visto, el primer 1000 libras del mundo, que corresponde a la especie Merlín Negro, el más grande de todos los peces deportivos, después del Tiburón Blanco.

Pocos días duró esta marca, ya que en agosto de 1952 fue elevada a 1060 libras por otro miembro del Club, y en forma sucesiva fue mejorando con registros de 1090 libras en el mismo mes y 1135 libras en el mes de setiembre, (ésta última del notable escritor y excelente pescador S. Kip Farrington Jr.); luego en julio del año siguiente se elevó a 1352 libras, para llegar a agosto de 1953 con la legendaria e histórica marca de 1560 libras conseguida por Alfred C. Glassell Jr., record mundial absoluto para la especie, hasta hoy vigente y que figura en el Libro de Records de Guiness. (Una réplica de este ejemplar se exhibe en el Museo Smithsoniano de Boston).
Cabo Blanco mantiene vigentes hasta la fecha 7 records mundiales: 2 marcas absolutas, 3 marcas femeninas en categoría de línea y 2 marcas masculinas en categoría de línea:

- Récord Absoluto x Especie Merlín Negro 1560 lbs 04/08/1953

- Récord Absoluto x Especie Atún Ojo Grande 435 lbs 17/04/1957

- Récord Categ. Línea 130 lb Fem. Merlín Negro 1525 lbs 22/04/1954

_ Récord Categ. Línea 80 lb Fem. Atún Ojo Grande 335 lbs 25/03/1953

- Récord Categ. Línea 130 lb Fem. Atún Ojo Grande 336 lbs 16/01/1957

- Récord Categ. Línea 50 lb Masc. Pez Gallo 80 lbs 13/06/1954

- Récord Categ. Línea 130 lb Masc. Pez Gallo 100 lbs 12/06/1954

De acuerdo a los registros de la IGFA, entre enero de 1952 y julio de 1959 se pescaron en Cabo Blanco 262 merlines negros por un total de 137 pescadores desde los botes del Club y se batió 9 veces el récord mundial de la especie. Solamente Alfred C. Glassell Jr. pescó 33 merlines negros y, de estos, 4 arriba de las 1000 libras. (Contrariamente a lo que se cree, el famoso escritor Ernest Hemingway sólo pudo pescar 2 de estos ejemplares en Cabo Blanco, ninguno por encima de las 1000 libras).
En ese mismo tiempo se pescaron también 53 peces espada arriba de las 200 libras: 5 correspondían a Alfred C. Glassell Jr. y 5 a Osborn Owings, un famoso y experimentado capitán americano. Además también en ese período se pescaron en Cabo Blanco 89 atunes ojo grande, todos arriba de las 200 libras.

Cabo Blanco es hasta hoy el único lugar del mundo donde se han pescado 3 merlines negros arriba de las 1500 libras.

por: Edwin Calle Godos.

domingo, 19 de abril de 2009

LOS SENTIDOS PARA LA CONTEMPLACION



ALGO MÁS DE CABO BLANCO

La explotación del petróleo se inició durante la segunda mitad del siglo XIX.
Este rentable recurso mineral llamó la atención de los capitalistas extranjeros y las empresas empezaron a perforar pozos y a extraer petróleo a fines del mismo siglo. Éste fue el caso, por ejemplo, de la International Petroleum Company y la Lobitos Petroleum Company, esta última instalada a 40 kilómetros al norte de Talara y a 275 msnm, creando así las condiciones para la formación, primero como Campamento y luego como distrito, a la localidad de El Alto.

Esto generó que muchas familias de las provincias de Piura, buscaran en la actividad petrolera, una fuente de ingresos y de progreso familiar; es así como ciudadanos peruanos, que antes se desenvolvían en otras actividades, como la agricultura y la pesca, poblaran este distrito trayendo consigo, sus costumbres y tradiciones, que también se vieron influenciadas por las costumbres de los extranjeros que comandaban la empresa petrolera de la época ,generando en el distrito una fusión de culturas que aportaron a su idosincracia y comportamiento como sociadad.

Una vez poblado el distrito de El Alto fue requiriendo la presencia de la actividad artesanal, fundamental para el desarrollo de la sociedad.
Mientras la industria petrolera fue sentando las bases como la principal actividad de esta zona; la pesca, encontraba los espacios idóneos para desarrollar con gran espontaneidad su importante participación dentro del desarrollo sociedad y económico del distrito.

Es así como pescadores de otras caletas y puertos fueron poblando a 7 kilómetros hacia el oeste de El Alto, un lugar que ya poseía ciertas virtudes geográficas, por las corrientes marinas y por la mención histórica de el cosmógrafo de su majestad Diego de Ribero en su "Carta Universal " de 1529 a este lugar como CABO DE NIEVE por la deyecciones de aves marinas que blanqueaban los cerros de este lugar y dicha presencia de estas aves daban a relacionar una gran cantidad de especies marinas – por eso su presencia en esta zona-

Cabo Blanco caleta de pescadores, sufrió los debacles naturales de los continuos fenómenos del niño; parte de su población fue reubicada a el distrito de El Alto y esto generó que se formara un nuevo espacio poblacional que le llamaron, Ciudad del Pescador .Esto perjudico en parte a la caleta, ya que sufrió un despoblamiento y a su vez una carencia de necesidades básicas para la población, que al ser visitada por el turista , no encuentra una insfrestuctura adecuada para su estadía, tomando la decisión de instalarse en otras playas cercanas a la carretera Panamericana .

Esto no opaca su natural belleza ni su majestuosidad, visto desde que se esta bajando por la cuesta, acompañado por los vientos solemnes y constantes. Cada curva de aquella cuesta, nos regala una vista distinta desde lo alto del barranco petrolero, aquel espacio visual es llenado por el océano, que en su litoral , serpentean las carreteras que llevan a los posos de petróleo del lote X, y en el mar, las plataformas consolidando la riqueza de esta parte del norte.

Visitar Cabo Blanco siempre será una de las experiencias mas inolvidables, por quienes conociéndolo o no, esperan recorrer los espacios por donde, hasta un nobel se rindió a las orillas de sus encantos.

Ubicación:
Costa norte del Perú, departamento de Piura. A la altura del Km 1137 de la carretera Panamericana Norte.

Fundacion:
En 1915

Aniversario:
30 de Marzo

Tipo de ola:
Reef-break, izquierda tubular perfecta, de 1 a 3 mts. aprox. Peligrosa por la cercanía del reef (zócalo).
No apta para principiantes.
Características del mar:
Mejores condiciones entre octubre y enero.
Mejor oleaje con crecidas del hemisferio norte. La temperatura promedio: entre 28°C y 24.4°C.

Clima:
Tropical y seco. Buen clima todo el año.
La temperatura promedio: entre 35.2°C y 16°C. Lluvias ligeras de noviembre a marzo.

Acceso:
Vía terrestre:
Por la Panamericana Norte, en el Km 1137 queda el pueblo El Alto, desde ahí parte una pista asfaltada de aprox. 7 Km hasta Cabo Blanco.
Apto para todo tipo de vehículo. También en ómnibus interprovincial.

Vía aérea:
Vuelos a Talara (aeropuerto más cercano).

Servicios:
Pueblo de pescadores, con hospedaje y alimentación.

escrito por :
EDWIN CALLE GODOS